Durante años, asumí la carga total de un negocio hotelero, trabajando incontables horas sin apenas descanso, lo cual era motivo de preocupación para quienes me rodeaban. A pesar del esfuerzo, mi facturación no aumentaba; algo estaba fallando. Eventualmente, comprendí que el problema radicaba en los protocolos ineficientes que aplicaba en la gestión de tareas.
Mi principal desafío era incrementar los ingresos sin aumentar el número de clientes. Tras analizar y modificar mis métodos de trabajo, finalmente logré la eficiencia que tanto necesitaba. Este cambio no solo mejoró la gestión del tiempo sino que también aumentó significativamente la rentabilidad del negocio.
Hoy, lidero un equipo de 14 empleados y gestiono un proyecto exitoso donde el ticket medio por cliente es de 300 euros. Esta transformación me ha otorgado la libertad y la estabilidad que siempre busqué, demostrando que con los ajustes adecuados se puede lograr un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.